¿Qué sería de nosotros sin las queridas reformas? Martillazos los domingos por la mañana, pasillos colapsados de materiales acopiados, caídas, golpes y más golpes, ascensores llenos de polvo y escombros, paredes rayadas y manchadas y muchos, muchos quebraderos de cabeza. Un piso nuevo no puede venir sin reforma. ¿A que tu vecino ya ha empezado la suya?
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