lunes, 29 de enero de 2018

LA LLEGADA DE LA ERA DIGITAL

Quizá os habréis percatado de que no suelo publicar demasiados dibujos pasados a tinta o coloreados directamente sobre el papel. Este hecho no es por casualidad, como todo, tiene su explicación.

Hace mucho, mucho tiempo, estudié Delineación. También hice un Ciclo Formativo de Proyectos de Construcción. Y Arquitectura Técnica. Y he trabajado en ello años. Os podéis imaginar la de planos y planos que me tocó entintar a mano, con escuadra y cartabón. Con los obsoletos estilógrafos de 0.2, 0.4 y 0.8. Y la de veces que tuve que rascar con la cuchilla los planos, el papel vegetal... el acetato que usé, y la de tinta que gasté.

Papel y tinta, mucho papel y tinta. Y miles, millones de líneas rectas y aburridas.
Pero con la llegada de las tabletas gráficas digitales (entre ellas la preciada Cintiq) todo cambió.
El tema aburrido de los cuadrados de las viñetas se resolvía y aligeraba.
Todo el berenjenal de elección de colores (lápices de madera, acuarela, ceras, témperas, tintas, etc, etc) se simplificaba hasta niveles escandalosos. Y gracias a ello, pude centrarme en lo que realmente me llenaba y divertía: el dibujo en sí.

Bocetos a lápiz, casi siempre a lápiz (esa costumbre aún no la he perdido), que una vez realizados ya podía pasar a tinta (tras su escaneado), sin pensar en aquellas largas sesiones y noches sin dormir con planos pegados a una mesa inclinada, y dándole a los estilógrafos apoyándome en el paralex.
Igual que le pasó a Obélix, de pequeño me caí en una marmita de tinta, y ya tengo tinta para el resto de mi vida.
Pasar a tinta digitalmente (aunque por ahora no consigue asemejar el mismo tacto y raspado que hacerlo sobre papel) es una de las experiencias más reconciliadoras que he tenido con la tecnología como herramienta de ayuda al dibujo.
Y qué decir del coloreado, ese coloreado con el que puedes hacer casi cualquier cosa y conseguir casi cualquier efecto. Y sin gastarte en material. Y sin mancharte las manos. Y te puedes equivocar sin que ello se convierta en un drama.
En este caso la tecnología sí me ha ayudado, y se lo agradezco. Ahora ya entintar a mano queda como un recuerdo lejano. Y no es que no sepa. Es que no me apetece, y si lo puedo evitar, lo evito.
Mientras se pueda hacer teniendo un ordenador a mano, claro.
Si hay que hacerlo en directo, se hace, y bien gustoso. Y sigo disfrutando con ello.